20 septiembre 2006

Seriously... what???


De vacaciones al fin. Una semana no le hace mal a nadie y sobretodo después de cuatro geniales días de Fiestas Patrias. El único saldo en contra es que ya no veré más los ensayos de la Parada Militar en la elipse del parque. Desfilar el día 19 es uno de mis deseos frustrados. Claro que me gustaría participar sin tener que entrar a alguna de las áreas del ejército. Creo que dentro mío hay un uniformado que debió desfilar……En fin..

En esta ocasión presentaré un resumen de las frases que me han marcado durante mucho tiempo, ya sea por ser chistosas, chocantes, sin sentido, del día a día, entre otras. Let us begin

“No entiendo ¿el verbo es repudir o repudecer ?”

R: REPUDIAR!!!!... ésa fue mi hermana menor cuando estaba como en tercero básico y tenía una gran disyuntiva. Hasta el día de hoy le sacamos en cara su “estupidez”.

“Queate’ callao’ o te saco la chucha”

R: El impune ladrón que me robó mi reloj, mi medalla y mi plata a la bajada de una micro cuando estaba en sexto básico. Me dejó muy traumado durante varias semanas.


“Eh eh eh eh .. la comadreja te va a comer ”

R: Esta es una de las primeras canciones sin sentido que inventé muuuuchos años atrás, donde la inocencia todavía era parte de mí. La letra sigue indicando cómo la comadreja te va a matar, te va a herir, reventó, etc. Otra de las clásicas canciones del mismo estilo dice más o menos así: “Había una vez un castor, había una vez una ardilla…..” adivinen en qué termina.

“¡¡¡¡¡El agua no aporta calorías!!!!!!”

R: Léase en tono furioso. La oración corresponde a mi profesora de Biología en uno de sus arranques neuróticos causado porque nadie sabía dicha propiedad del agua. Se supone que uno iba al colegio a aprender.

“Cristóbal, tú no eres digno de ser gay”

R: Asombro, asombro y más asombro. No tengo problemas con las minorías sexuales y las respeto, pero nadie de los que estábamos presente en la ocasión era gay (incluido Cristobal). Esta frase aún no la entiendo.

“Y a ti quién te metió ficha”

R: Este es un dicho que hasta yo uso ahora y que data de una glamorosa compañera de la U que se pinta mucho, aludiendo a otra persona para que no se metiera en lo que no le incumbía. Fue muy chistoso cuando lo escuché.

“Creo que extraño a Linda McCartney”

R: Un amigo en un momento de desesperación antes de un control. Puro jugo después de escuchar “Hope of deliverance”. Le respondí que yo también extrañaba a alguien: la Madre Teresa de Calcuta



“Deben estar cansadas…. Ni siquiera han comido (señalando un plato de comida para perros)”

R: Esta frase es de mi autoría y surge en la típica fotocopiadora de la universidad como una ironía que indicaba que el cansancio de las mujeres que atendían ahí se debía a que aún no comían su alimento para perras.


“Seamos honestos, somos lo mejor de la generación”

R: Léase en tono arrogante. Una de las zorras secas de mi universidad le comentaba a otro zorro seco (o lobo) sobre su incomodidad por haber sacado una nota super baja en un informe. Cero humildad.


Eso sería por ahora. Más adelante incluiré un diccionario personal en donde haré descripciones de algunas terminologías como “inducir al vómito” o “quieres una lechita??” y antecedentes que responden por qué yo uso tanto la palabra “zorra” sin distinciones de amistad, parentesco familiar o simple prejuicio.

01 septiembre 2006

Freno de emergencia



Me encanta el olor a cigarro. No es que adore estar en lugares encerrados donde hay una nubosidad nicótica irrespirable como un gimnasio, un recinto techado o uno de esos Teletrak, sino que es agradable sentir la estela de ese mágico aroma que deja una persona cuando pasa por tu lado. Lamentablemente, con la nueva ley antitabaco están prohibiendo cada vez más su consumo público.

Yo no fumo y estoy de acuerdo con debe haber una legalización más firme y educativa con respecto a los peligros de los cigarros, pero siento que me coartan mi libre placer culpable =(

La semana pasada camino a tomar el metro por el Parque O’Higgins, pasó por mi lado una pareja que iba tomada de la mano. Ella iba fumando y su humo me magnetizó al instante (a pesar de que yo estaba muy enfermo con los bronquios super reventados de tanto toser). Luego de nuestra “conjunta” caminata, ellos también tomaron el tren subterráneo e hicieron combinación en Los Héroes camino a Escuela Militar, al igual que yo. Al entrar al vagón, ellos quedaron justo frente a la puerta y yo a un costado de ellos agarrado de uno de esos bordes metálicos que están al lado de las puertas. La coincidencia de haber accedido al mismo tren estaba a punto de darme una sorpresa.

Yo estaba mirando por la ventana de la puerta mientras pasábamos por estaciones y túneles, cuando la parejita se abraza y ella sutilmente coloca sus manos en la cintura de él, pero tapada por el largo abrigo negro que él llevaba. Fui demasiado ingenuo al pensar que ella estaba tocando su cintura: sus manos estaban tocando el trasero de su pareja y se notaba un leve movimiento a través del abrigo. Así es, ella lo estaba agarrando por la retaguardia y pensaba que nadie notaría nada por estar cubierta por una simple tela invernal oscura.

Mi mirada no sabía a donde apuntar, por lo que desvié mis ojos de tal espectáculo y miré fijamente lo que había delante de mí. Mi simple panorama era observar un freno de emergencia de color rojo para detener el tren. Por supuesto que no lo apreté, pero debería haberlo hecho. Yo estaba mirando una medida de emergencia y no me estaba sirviendo en ese momento. No me declaro conservador ni procurador de modales y buenas costumbres, pero la situación me incomodó absolutamente. ¿Tan caros son los moteles? ¿Vivirán hacinados en una casa de tres por tres ?¿Tanta pasión despierta el amor? ¿Hay respeto por los demás? ¿Solo yo notaba lo que estaba ocurriendo?

Me pasé cada historia por la cabeza que me largué a reír internamente. Si ellos eran felices y juraban que nadie los veía, entonces por qué no hacerlo. No había que darle tanto color a la situación. Así que de repente me imaginé que las luces del metro se apagan y una bola de cristal emergía del techo; la pareja subía a un escenario a “demostrar” su amor, iluminados tenuemente, al compás de encendedores que los demás pasajeros movían de un lado a otro en el aire y de fondo con la música de Marco Antonio Solís interpretando “…no hay nada más difícil que vivir sin ti…

Se bajaron en estación cualquiera y siguieron su rumbo. Había un cartel de un ganador de Santiago en cien palabras en las paredes de esa estación. Pensé que el próximo año mandaría esta historia. Después me retracté, los sabrosos detallen no alcanzaban en un corto relato.