01 septiembre 2006

Freno de emergencia



Me encanta el olor a cigarro. No es que adore estar en lugares encerrados donde hay una nubosidad nicótica irrespirable como un gimnasio, un recinto techado o uno de esos Teletrak, sino que es agradable sentir la estela de ese mágico aroma que deja una persona cuando pasa por tu lado. Lamentablemente, con la nueva ley antitabaco están prohibiendo cada vez más su consumo público.

Yo no fumo y estoy de acuerdo con debe haber una legalización más firme y educativa con respecto a los peligros de los cigarros, pero siento que me coartan mi libre placer culpable =(

La semana pasada camino a tomar el metro por el Parque O’Higgins, pasó por mi lado una pareja que iba tomada de la mano. Ella iba fumando y su humo me magnetizó al instante (a pesar de que yo estaba muy enfermo con los bronquios super reventados de tanto toser). Luego de nuestra “conjunta” caminata, ellos también tomaron el tren subterráneo e hicieron combinación en Los Héroes camino a Escuela Militar, al igual que yo. Al entrar al vagón, ellos quedaron justo frente a la puerta y yo a un costado de ellos agarrado de uno de esos bordes metálicos que están al lado de las puertas. La coincidencia de haber accedido al mismo tren estaba a punto de darme una sorpresa.

Yo estaba mirando por la ventana de la puerta mientras pasábamos por estaciones y túneles, cuando la parejita se abraza y ella sutilmente coloca sus manos en la cintura de él, pero tapada por el largo abrigo negro que él llevaba. Fui demasiado ingenuo al pensar que ella estaba tocando su cintura: sus manos estaban tocando el trasero de su pareja y se notaba un leve movimiento a través del abrigo. Así es, ella lo estaba agarrando por la retaguardia y pensaba que nadie notaría nada por estar cubierta por una simple tela invernal oscura.

Mi mirada no sabía a donde apuntar, por lo que desvié mis ojos de tal espectáculo y miré fijamente lo que había delante de mí. Mi simple panorama era observar un freno de emergencia de color rojo para detener el tren. Por supuesto que no lo apreté, pero debería haberlo hecho. Yo estaba mirando una medida de emergencia y no me estaba sirviendo en ese momento. No me declaro conservador ni procurador de modales y buenas costumbres, pero la situación me incomodó absolutamente. ¿Tan caros son los moteles? ¿Vivirán hacinados en una casa de tres por tres ?¿Tanta pasión despierta el amor? ¿Hay respeto por los demás? ¿Solo yo notaba lo que estaba ocurriendo?

Me pasé cada historia por la cabeza que me largué a reír internamente. Si ellos eran felices y juraban que nadie los veía, entonces por qué no hacerlo. No había que darle tanto color a la situación. Así que de repente me imaginé que las luces del metro se apagan y una bola de cristal emergía del techo; la pareja subía a un escenario a “demostrar” su amor, iluminados tenuemente, al compás de encendedores que los demás pasajeros movían de un lado a otro en el aire y de fondo con la música de Marco Antonio Solís interpretando “…no hay nada más difícil que vivir sin ti…

Se bajaron en estación cualquiera y siguieron su rumbo. Había un cartel de un ganador de Santiago en cien palabras en las paredes de esa estación. Pensé que el próximo año mandaría esta historia. Después me retracté, los sabrosos detallen no alcanzaban en un corto relato.

2 comentarios:

:::La extraña de pelo...¿como era?::: dijo...

buena historia...
habitualmente la gente hace cosas bastante raras en el metro...
me incluyo...
claro que cdo voy con amigos...
sola soy un angelito...
sobre tu placer culpable...
debo dmitit que lo comparto aunque con menos entusiasmo que tu...
porque como convivo con mucho fumadores...
llega a ser abrumador...

bexos...
xau!

*´¨)
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Spooky dijo...

Qué asco. Me cargan esas parejas que se tocan sin pudor frente a los demás. Lo mismo me pregunto yo: ¿será muy caro el pack condón+motel?. Dios mío, la decencia en este país se ha ido por el excusado.

Y eeewww!!, qué asco tu placer culpable :P


Spooky